He de decir, para comenzar, que nunca me ha gustado la bechamel. Por eso es algo que no había echado de menos en mi cocina sin gluten. Pero el otro día mi celíaco consorte decidió cocinar una maravillosa lasaña sin gluten y sin lactosa, y no podía faltar una bechamel sin harina de trigo para completar este plato tan rico. Y, para hacerla totalmente apta, ni siquiera puso leche sin lactosa o de arroz, almendras o soja (éstas últimas principalmente porque darían algo de sabor y la primera de ellas porque tampoco me sienta demasiado bien), si no que, simplemente con harina de arroz y agua, removiendo bien en la sartén para evitar grumos, hizo una bechamel sin harina de trigo que aportaba esponjosidad al plato. Riquísimo.
Pero hay muchas otras maneras de hacerla. Por ejemplo, para elaborarla de manera ligera, se puede usar sólo leche, harina de maíz o arroz, nuez moscada, pimienta y sal. Sin aceite ni mantequilla. Primero se calienta la leche en una perola (400 militros) y ponemos otros tantos mezclados con seis cucharadas soperas de la harina sin gluten. Removemos muy bien para que no haya grumos y lo incorporamos a la leche templada, añadimos los demás condimentos y seguimos dejándola al fuego sin parar de removerla hasta que hierva y comience a espesar. Y ya tenemos lista una bechamel sin harina de trigo perfecta para nuestras lasañas, canelones, verduras gratinadas o lo que nos apetezca comer en ese momento.
Bechamel sin harina de trigo
